Lo cierto es que conforme pasan los atardeceres y las personas el vacío acaba llenándose. Con más vacío, pero se llena.
domingo, 25 de septiembre de 2016
martes, 5 de julio de 2016
Querido blog, quizás sea verdad eso de que uno regresa cuando no tiene otra salida.
Y perdió. Perdió la batalla más dura de todas. Perdió todos unos años de buenos recuerdos, de días de playa, de noches en vela, de días de campamento al lado de una ventana de una habitación mientras veían caer gota a gota, recuerdo a recuerdo, noche tras noche. Perdió el apoyo, la felicidad y a la persona que todos decían que se parecía a ella. Y la dejó ir. La dejó ir como aquella persona que deja ir a la persona a la que ama porque teme a sufrir con la diferencia que ella no temía , ella se enfrentó con garras y dientes a un precipicio en el cual sabía que solo podía terminar en el fondo rota, hundida y perdida. La dejó ir porque está a años luz de ser la persona que era dejando paso a una llena de ira, rabia y asco. Ella, que tan solo quería volver a los días de lluvia. Ella que había luchado tantas otras veces contra viento y marea para abrirse al mundo y enfrentarse a cada persona que intentara acabar con ella hasta que se dio cuenta que su mayor enemigo estaba más cerca de lo que pensaba. Ella, que se creía fuerte ante cualquier cosa se vio derrotada y la dejó ir. La dejó ir porque la quería y porque sabía que era tarde para dar lecciones de moralidad y que quizás, no lo había hecho tan bien como creía. Sí, ella a quien consideraba perfecta estaba rota y hundida. Hundida por cada palabra contra ella que se le había clavado a puño en cada recuerdo. Hundida porque intentó levantar y luchar por quienes no lo hacían y al final la niña perfecta terminó más hundida que nunca. Más hundida que nadie. Pero lo mejor de todo era que ella aun así se levantaba cada día y lo volvía a intentar una y otra vez. Lo volvía a intentar una y otra vez aun habiéndose prometido que no lo haría. La quería recuperar. Quería volver a esos días de lluvia, a esos años de playa, a esas tardes de centro comercial, a esos días de terraza, quería volver a ella. Quería volver a ser las que fueron. La quería.
Pero perdió. Perdió y se rindió. Se rindió porque ella merecía ser feliz. Y se fue. Se fue lejos con la primera escusa que se le presentó. Sí. huyó. Huyó como la cobarde que hasta ahora se había ocultado en ella. Sí, la niña perfecta huyó como quien teme enamorarse. Huyó porque en el fondo, había perdido.
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